lunes, 26 de octubre de 2015

LA CALIDAD DE VIDA Y TEORIAS DEL ENVEJECIMIENTO

La mayoría de los países desarrollados experimentan un proceso de envejecimiento demográfico progresivo. Esto se debe, principalmente, a un aumento de la longevidad, gracias al crecimiento de la expectativa de vida que ofrecen los adelantos de la ciencia y al desarrollo económico y social. A este hecho, hay que añadir una disminución de la natalidad, respecto a situaciones históricas anteriores, lo cual vuelve "viejas" a esas sociedades.

En las últimas décadas, las políticas sanitarias tenían como objetivo primordial disminuir la morbilidad y la mortalidad, y elevar la expectativa de vida en las poblaciones. Pero, en los últimos años, ha cobrado un interés especial el concepto de calidad de vida, cómo medirla en las personas concretas, cómo mejorarla o qué componentes utilizar para incidir globalmente en su preparación y desarrollo. Hasta el momento actual, esta concepción de calidad de vida da lugar a confusiones, tanto profesionales médicos, como de las ciencias sociales, investigadores, responsables de políticas sanitarias y los propios mayores no tienen una idea común a cerca de la calidad de vida en estas personas. Se convierte pues en un concepto subjetivo y relativo a las circunstancias individuales. Sin embargo, el concepto nivel de vida, aparece como objetivable y cuantificable en razón de diferentes parámetros e indicares concretos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso, en 1994, la siguiente definición sobre la calidad de vida, para lograr el consenso: "Percepción personal de un individuo de su situación en la vida, dentro del contexto cultural y de valores en que vive, y en relación con sus objetivos, expectativas, valores e intereses". 

Es un concepto extenso y complejo que engloba la salud física, el estado psicológico, el nivel de independencia, las relaciones sociales, las creencias personales y la relación con las características sobresalientes del entorno, según el GRUPOWHOQOL (1994). 

En el trabajo con personas mayores, hay que tener en cuenta, la correspondencia existente entre una notable mejora de las condiciones sanitarias y su propia percepción de la calidad de vida, relacionada con la salud, las condiciones físicas, la situación económica, y los componentes afectivos y relacionales. 

La significación de persona mayor puede entenderse desde dos perspectivas, una, estática y, otra, dinámica. La primera se relaciona con un rango determinado de edad de la vida, y la segunda realza el proceso de envejecimiento más que el estado.  

Respecto a la perspectiva estática, en las sociedades desarrolladas, la vejez coincide con la edad de jubilación; son, pues, las sociedades las que establecen quién es o no mayor. Además, la variedad de los términos utilizados para esa categoría de edad: “mayor”, “viejo”, “anciano”, “tercera edad”, no deja de manifestar cierto nivel de eufemismo que expresa una visión negativa, a veces vergonzante, de nuestras sociedades modernas hacia los mayores.


En este sentido, cada momento histórico, cada sociedad o cultura, tienen una visión distinta del anciano; en algunos casos, sobre todo en las sociedades pequeñas y tradicionales, esa visión puede llegar a ser positiva, de respeto, e incluso de alta estimación. El anciano, en estas sociedades, es el consejero y la fuente de sabiduría. En nuestras sociedades modernas, industriales y anónimas, por la circunstancia de la jubilación, donde el valor productivo prima sobre todo, la visión tiende a ser negativa, de persona inservible, infecunda (en todos lo sentidos posibles) y molesta. La anciana asume otros roles diferenciados que la convierten también en otro referente improductivo, pero con funciones relativas a aspectos matriarcales. Lo valores subyacentes, de cada sociedad, parecen determinar la visión y valoración del papel de las personas mayores en ellas. La perspectiva dinámica del proceso del envejecimiento, es una perspectiva más natural y operativa, que puede, por tanto, someterse mejor a la aproximación científica para su comprensión y modificación. La aproximación científica tradicional al proceso del envejecimiento ha arrastrado ciertos prejuicios, que se pueden centrar en dos: el sesgo biológico y  el determinismo genético. De ahí las más de trescientas teorías sobre el envejecimiento.


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